viernes, 27 de febrero de 2009

Qué le diría a Diosdado Cabello……? si fuera Capriles

Señor Cabello, señor ex gobernador y actual ministro, Usted, cada vez que se le presenta la oportunidad (a veces, la mayoría de las veces, hasta cuando no se le presenta y se la inventa) se regodea llamándome gobernador fascista…
A decir verdad, no solo Usted, Señor Cabello, su jefe (boh… él, en su infinita ignorancia, cree que es jefe de alguien, él no sabe que todos lo acarician y lo consienten, le gritan sus consignas favoritas, se le paran de firme, lo llaman “mi comandante en jefe”… por qué es el que maneja la chequera… el único – eso sí que es verdad – que puede manejarla así… si supiera el pobre… a la hora de las chiquitas, cuando la cuenta esté sin fondos, o un alebrestado cualquiera se la quite… se van todos a burlar de sus loqueras… en la mejor de las hipótesis).
A su jefezote también le encante endilgarle el calificativo de fascista a todo el mundo… a todo el que no se le hinque… rodilla en tierra al paso del santísimo…

Pero, Señor Cabello, ¿de cuál fascismo hablamos? Ha habido muchos.
Se refieren Ustedes quizás al de los camisas negras, grises, pardas…?

No, señor Cabello, los “poquitos” que me apoyaron, esos que, quien sabe cómo, fueron mayoría en Miranda, haciéndole perder las elecciones, en ningún momento se han visto vistiendo camisas, flanelitas, cachuchas, boinas, guayaberas de color alguno…
No puedo decir lo mismo de sus batallones, patrullas, pelotones… (“escuadras de acción”, manípulos y legiones, las llamaban los fascistas italianos) o el daltonismo ha afectado a nuestro sufrido pueblo, o todos están uniformados, todas esas camisas rojas, hubieran hecho la envidia de los organizadores de los mítines “oceánicos” (así decían entonces”) de Mussolini.
¿Qué esas camisas eran negras? ¿Qué vamos a hacer Señor Cabello? ¿Una cuestión de colorcitos?

Además, ya que a Mussolini nos referimos, seguramente sabe Usted que ese Duce.. Dux… Führer, Conducator, Caudillo, Conductor, Líder único… Comandante en Jefe pues, le gustaba juntar a sus camisas unicolores, en la Plaza Venecia… Allí también había un balcón del pueblo.

Malo malo… diría un amigo mío… demasiadas semejanzas…

Y, ¿Usted se imagina a Julio Borges, líder máximo y absoluto de mi partido, cuadillo, dux,… que Usted tilda de Fascista, arengar, babeándose de ira casi divina, de odio al opresor, al invasor, al judío, al imperio británico, a la gente de Primero Justicia desde cualquier balconcito puesto a la orden por la oligarquía?

Seamos serios, Señor Cabello, Ustedes se ven mejor en esas payasadas (las nuestras, que también las hay, y muchas, son distintas)

¿Por qué mencioné más arriba al Imperio Británico… hoy felizmente difunto?
Por qué al Duce, al Comandante en Jefe de esas camisas unicolores, también le gustaba mucho atacar al Imperio… al que había entonces… que tenía como capital la brumosa Londres. Imperio es Imperio Señor Cabello, no podemos hacer una culpa a Mussolini por atacar a la Gran Bretaña (“Dios recontramaldiga a los ingleses y quienes no los recontramaldigan” podría traducirse una frase de moda en ese entonces…)
Aunque cuando la guerra (guerra de verdad, con tanques, cañones, aviones, submarinos… de verdad verdad) también le dio lo suyo al nuevo imperio naciente por estos lares. Ese que tanto ocupa la verborrea de nuestro führercito.

Al difunto también le gustaba atacar a burgueses y capitalistas, (“muerte, muerte, al odiado burgués… somos fascistas republicanos” decía una de las cancioncitas de moda)
También le gustaba pasar por “proletario” – como decir pata en el suelo, cotizúo,,, - “Italia proletaria y fascista” … “Es la guerra de los pueblos pobres y numerosos de brazos, contra los acaparadores de todo el oro y las riquezas de la tierra” Textual del Duce, que por otro lado venía del más puro socialismo europeo. Casi una declaración de guerra… aunque sin el casi… desde ese balcón del pueblo no se limitó a pegar griticos histéricos… le declaró la guerra de verdad, como suena…

Usted se imagina a mi jefe… al Borges de “mas antes” con un uniformote diseñado especialmente para él… como los que tanto le gustaban a Mussolini… con insignias, grados y condecoraciones bellísimas, muy militares, muy …, bueno en eso no le podemos hacer una culpa al caudillito nuestro… se sabe que los italianos tienen mejores diseñadores de moda que los que Castro & cia. ponen a disposición de nuestro indiscutible jefe, “a quien Dios guarde” como repite una de las comandantas (ese no era Mussolini, era Franco, “caudillo por la gracia de Dios”)

¡Cuántas semejanzas, Señor Cabello!

Yo que Usted no removería tanto el tema fascista… no vaya a ser que alguien le enseñe historia a esos misioneros… pudieran ser los del PCV… esos si son – o por lo menos eran – socialistas de verdad, alguno de ellos quizás recuerde algo de la moral comunista, la de Machado, la de Fuenmayor, ¿y por qué no? La de Pompeyo… la de los que sí le echaron bolas, la de los que se fugaron del San Carlos, no lo usaron para celebrar bodas y cumpleaños.

También hay – para ser sinceros y no cometer injusticias – unas cuantas diferencias, Señor Cabello, entre Ustedes y los varios fascismos…

Pa’ empezar, aquellos la guerra – justa o injusta – la hicieron de verdad. No desde un Museo Militar. Y cuando había que morirse, ellos, que tanto habían gritado a la Muerte, cuando de verdad la tipa se aparecía con su guadaña, pues no llamaban curas, ni lloraban, se le iban de frente, “cara al sol”. O sea que la pendejada de “Viva la Muerte”, podía ser una pendejada, y no estoy tan seguro que lo fuera en esos tiempos, pero no era un eslogan de los dientes pa’ fuera.

Pa’ seguir… cuando los derrotaron no se pusieron a lloriquear… ni se rindieron… Hitler se metió un plomazo, previas instrucciones a sus escoltas pa’ qué quemaran todo… Mussolini, cuando lo agarran los guerrilleros (los castristas de entonces, que tampoco mascaban para matar a sus prisioneros, y que tampoco sabían mucho de derechos humanos) se estaba yendo al “último reducto”, que no era precisamente un museo, era una vaina así como un cerro donde aguantar hasta el final.
Franco y Pinochet no los derrotaron… por lo tanto no cuentan pal cuento.
Es decir, no los derrotaron en vida… lo hacen ahora después de muertos, los socialistas de España y de Chile… eso sí previa pregunta ¿es verdad que están bien muertos?

No… definitivamente no creo que sea el caso de tocar tanto el punto… alguien podría pensar que ustedes se copiaron todo lo malo, todo lo fuera de lugar, todo lo que la historia ha enterrado con paladas de progreso, o simplemente con la televisión, los aviones, internet… se copiaron los uniformes, la retórica, las plazas llenas de carreteados, los gritos estentóreos contra cualquier imperio de verdad o de mentirita, y ni siquiera fueron capaces de ser coherentes con todo ese relajo.

Con todo el aprecio que mi educación – la que A MÍ me enseñaron cuando chiquito – me obliga a tenerle, me despido, no sin dejar de aprovechar la ocasión para recordarle que cuando hicimos inventario de lo que Usted se dignó dejar en la gobernación QUE PERDIÓ, faltan unas cuantas cositas… que a lo mejor algún secuaz suyo expropió bolivarianamente, yo se que Usted no se para en esas minucias, lo de Usted son cosas grandes, pero como a la gente de por esos lados le hacen falta esas camioneticas, esas medicinas, esas plantas de asfalto…., por qué no me colabora y los manda disciplinadamente a devolver lo que se cogieron… ¡quien quita que a Usted le hagan caso!

domingo, 22 de febrero de 2009

Qué diría yo al presidente, si fuera Ledezma, o Capriles, o Salas, o …

Sr. Chávez, entiendo que Usted preferiría tener aquí a otra persona, a alguien de su combo, a alguien que le secundara en sus caprichos y en sus planes, un elemento como Diosdado, como Aristóbulo, como Silva…
Yo también, Sr. Chávez, preferiría que otro ocupara su lugar, un señor, un tipo honesto, instruido, educado, capaz, que gobernara, que no amenazara a la mitad del pueblo venezolano con volverla polvo cósmico, alguien que combatiera la corrupción, que no se la mantuviera hablando paja, que no pensara en aviones, tanques, fusiles… sino en cómo hacer que los habitantes de este país tuvieran un trabajo honesto que les permitiera salir de abajo en vez de depender de las limosnas del gobierno, alguien que no se hiciera un nombre internacional a punta de billete ajeno….
Pero no, Sr. Chávez, el pueblo no lo quiso así, ni lo complació a Usted, ni me complació a mí… lo puso a Usted en la presidencia y a mí en la gobernación. Fue el mismo pueblo, Sr. Chávez. El de Usted y el mío.
Nadie le pide cacao Sr. Chávez. Sólo se le pide que cumpla con su trabajo, que gobierne o – por lo menos – que deje gobernar. Que ya que Usted y su entorno no hacen, dejen hacer a quienes saben que fueron electos, no para MANDAR como caudillitos sino para administrar como demócratas. No para creerse dueños del dinero público sino para utilizarlo en bien de la república (que, Sr. Chávez, significa COSA PÚBLICA, no suya, no de un color, no de una banda, de TODOS)
La mitad de la población – por un motivo o por otro – está con Usted, Sr. Chávez, la otra mitad está con nosotros. No tenemos elección, debemos gobernar, trabajar, administrar, para unos y para otros, para eso nos eligieron, a Usted y a mí.
Usted, Sr. Chávez, tiene tanques, fusiles, aviones, soldados, guardias, policías, asesinos a sueldo, bandas armadas, (y como no confía del todo en los de aquí, también tiene a los que le compró a la familia Castro), Usted, Sr. Chávez, tiene mucho dinero (que no es suyo, por eso lo despilfarra); Usted tiene todos los medios de comunicación a su servicio Sr. Chávez, (pero como nadie los ve, tiene que encadenar a los pocos que aún no se ha cogido), tiene jueces, tribunales, fiscales, rectores electorales…
Nosotros solo tenemos la fuerza que nos da el tener la razón.
Usted puede amedrentar, puede matar, puede encarcelar, ganar elecciones, puede comprar conciencias, puede hacer casi todo…. Pero no puede comprar la razón, así como no pudo comprar ni cultura ni educación.
Usted gana… por ahora.